El proceso de perdida de peso es largo, puede durar o, mejor dicho, debe durar una importante cantidad de meses e, inclusive, hasta años para poder conseguir un resultado positivo y, básicamente, duradero. Cualquier intento que resulte en una perdida de peso excesivamente rápida redundará negativamente en nuestra salud y será en el 99% de los casos, momentáneo e imposible de sostener.
Los expertos coinciden en que, en promedio, la pedida de peso no debe superar los 5 kilos mensuales como máximo y mantenerlo en un rango de 3 o 4 kilos es lo ideal. O sea que, alguien que debe perder 40 kilos no pude tardar menos de 10 meses y lo optimo sería que se tomara un año completo para lograr su peso óptimo.
Sabiendo esto es importante que nos preparemos para ese ciclo que va de nuestra decisión en curarnos de
Debemos prepararnos para todas las situaciones que se suciten, por ejemplo, para las “mesetas” (lapso de tiempo que no bajamos de peso a pesar de estar haciendo la dieta, tema que ya he tocado ampliamente en otros post), las ansiedades, los pensamientos negativos, autodestructivos etc. Pero también debemos saber que habrá conflictos con su medio, con la gente que lo rodea, con sus afectos, con sus amigos y con todos aquellos que lo “registraban” de una manera y ven, en su cambio, una especie de “perdida”.
Los obesos tenemos, por nuestra condición, una suerte de dependencia con nuestro medio y aquellos de los que dependemos aunque para ellos sea una molestia dicha dependencia, cuando la dejamos de tener, ellos experimentan o, tienden a experimentar, un sentimiento de “perdida”, esos trances generan roces, discusiones, muchas veces, virulentas y, en casos extremos, hasta violentas.
El Obeso que no está preparado para estos conflictos y se inclina a “resolverlos” dejando la dieta y, así, "devolver" la dependencia que el otro siente “perdida”. En realidad no resuelve nada y lo único que consigue es perder una nueva oportunidad de curarse.
De más está decir que los obesos no somos los únicos que necesitamos terapia para solucionar nuestros problemas, en este caso, el de la salud. Los demás también la necesitan, por esa razón no debemos sentirnos culpables por las reacciones o sensaciones de los otros con respecto a nuestra nueva forma de vivir, de vernos o de sentir, esos “sentimientos” son de ellos y deben resolverlos ellos, ¿se entiende? Nosotros estamos demasiado enfermos, tenemos comprometida nuestra salud y, por ende, nuestra vida, para, que además, tengamos que hacernos cargo de los complejos del prójimo.
Sepamos que esas cosas pasarán así que hablemosló con nuestro terapeuta para saber como resolverlos, pero en nosotros, no en los demás, lo máximo que podemos hacer por esa persona es recomendarle que se busque un buen psicólogo que lo ayude con su trauma, así como hicimos nosotros.
Saludos y buena vida para todos.